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La producción de pollos libres de antibióticos (ABF por su sigla en inglés) es actualmente una tendencia mundial, ya que el uso de antibióticos promotores de crecimiento (APC) ha sido prohibido por algunos países, y también, porque muchos consumidores evitan cada vez más los alimentos que contengan antibióticos. Pese a que los APC han sido una excelente herramienta para el control de la disbacteriosis y de los enteropatógenos en la producción animal, en los últimos 50 años, la publicidad negativa que los APC han recibido por parte de los medios, las tendencias del mercado y las oportunidades observadas del marketing indican que la industria avícola debe poner en práctica, ya mismo, o en el futuro, cierto nivel de producción libre de antibióticos (ABF).
Muchas empresas avícolas llevan ya años de experiencia trabajando con sistemas ABF. Algunos productores aún enfrentan dificultades para controlar diversos desafíos sanitarios, mientras que otros han tenido experiencias de éxito, debido a las mejoras implementadas en el alojamiento de los animales y a los cambios en los programas de alimentación, manejo y salud. Estas medidas ejecutadas para controlar los inúmeros factores que pueden afectar la salud intestinal de las aves, implican costos adicionales. Los sistemas ABF pueden ser rentables, siempre que los precios del producto final ABF cubran los costos involucrados en la inversión necesaria para desarrollarlos.
Son muchos los conceptos sobre cómo implementar o mejorar los sistemas ABF para lograr buenas condiciones de salud y bienestar del plantel, al mismo tiempo que se mejora la productividad.
¿Cuál es el nivel de producción ABF que la empresa avícola desea alcanzar?
Hay muchas categorías en la producción ABF, dependiendo del tipo de certificación, de las demandas del mercado o de los productos que se desea ofrecerles a los consumidores. A continuación, se enumeran algunas de dichas categorías:
Cada uno de estos sistemas puede presentar sus propias dificultades para los avicultores que hacen la gestión sanitaria de su plantel. Por ejemplo, puede acarrear costos más altos de producción, niveles más bajos de productividad y dificultad para alcanzar baja mortalidad y bienestar animal.
Uno de los conceptos erróneos comunes sobre la producción ABF es focalizar solamente el control de la enfermedad intestinal. En general, se le presta atención a los coccidios o a ciertas enterobacterias como Clostridium o Salmonella. Este malentendido surge de la experiencia cotidiana que indica ser esos los principales problemas sanitarios que se presentan al implementar un programa ABF. Sin embargo, en realidad, esas serían las consecuencias y no las causas del principal problema. El exceso de nutrientes en el intestino posterior, ya sea por altos niveles de nutrientes en la dieta o digestibilidad subóptima, causa proliferación microbiana en esta porción del intestino.
El exceso de nutrientes, especialmente proteínas y grasas, no se digiere ni se absorbe bien al final de cada fase de alimentación. Ello aumenta la proliferación microbiana en el ciego. Es posible alcanzar y mantener una digestibilidad adecuada, si la dieta no contiene demasiados nutrientes. De esta forma, se podrán controlar los microorganismos y las enfermedades que generan. Por lo tanto, para una producción ABF, es necesario realizar alimentación en fases, o aumentar las fases que actualmente existen, para mejorar la exactitud en la formulación del alimento balanceado, de acuerdo con las necesidades del animal.
Los siguientes pasos son necesarios para estimular la función digestiva adecuada en todas las especies de aves de corral:
Las enzimas exógenas son la segunda mejor herramienta para controlar la proliferación bacteriana en el intestino. Han sido adoptadas en amplia escala, debido a su impacto para reducir costos en la formulación de las dietas, y también por su efecto como mejoradores de productividad. Un segundo efecto de todas las enzimas es su impacto positivo sobre las Comunidades Microbianas (MC por su sigla en inglés) del intestino. Las enzimas exógenas reducen la proliferación microbiana porque disminuyen los componentes no digestibles del alimento, la viscosidad de la digesta o la irritación de la mucosa intestinal. Las enzimas también generan metabolitos que promueven la diversidad microbiana, lo cual permite mantener ecosistemas intestinales más estables, con mayores posibilidades de inhibir la proliferación de patógenos.
La buena calidad de los alimentos balanceados es esencial para una óptima digestibilidad. Por lo tanto, todos estos alimentos deben ser analizados con referencia a su calidad y a los posibles factores que puedan afectar su digestión.
La calidad y el consumo suficiente de agua también son elementos importantes para una buena digestión. Las características fisicoquímicas del agua deben ser medidas y controladas, y el pH debe estar ligeramente ácido, entre 5 y 7, ya que el pH básico del agua inhibe la actividad de la mayoría de las enzimas.
De la misma forma que el bajo consumo de agua puede causar problemas intestinales, la retirada del alimento durante el crecimiento debe ser totalmente evitada en los programas ABF. Después de 5 o 6 horas de retirado el alimento, hay un cambio en las características de la mucosa intestinal que deja a las aves más susceptibles a la enteritis mucoide. La retirada del alimento estimula la producción de mucina por las células caliciformes en la mucosa intestinal. Estos niveles extra de mucina son rápidamente utilizados por las bacterias, irritando la mucosa y generando más mucosidad y reacciones inflamatorias. La alteración de las propiedades de la mucosidad facilita la adherencia de enteropatógenos y la infección por coccidios.
Algunos aditivos alimentarios y niveles de minerales pueden ayudar a mantener MC saludables en todas las porciones del intestino. Ello puede ocurrir independientemente de la retirada del alimento, de las infecciones intestinales por coccidios, o del estrés por calor, e inclusive mantener la diversidad normal de MC, observada en los grupos de control de pollos. Por lo tanto, dichos productos representan una herramienta adicional para la producción ABF.
Una serie de aditivos alimentarios pueden ser incluidos en el alimento balanceado para mejorar la salud intestinal, entre los cuales se encuentran: probióticos, prebióticos, enzimas, ácidos orgánicos y aceites esenciales (extractos de plantas y de especias, fitobióticos):
A la combinación de probióticos y prebióticos se le denomina simbióticos. Cada tipo de producto ha demostrado diferencias de eficacia cuando se administra de forma aislada o en combinaciones. Es importante recalcar que, cada grupo de productos discutido representa una gran categoría, tan amplia como la de los antibióticos, por lo cual, prácticamente, cada uno de los productos posee características y efectos únicos y especiales. Solamente a través de las pruebas, el uso y la rotación adecuada se podrá garantizar su éxito en un programa ABF sostenible.
Una de las categorías de fitobióticos son las mezclas de aceites esenciales. Son mezclas de compuestos fitoquímicos con propiedades antimicrobianas específicas, como, por ejemplo, el carvacrol, timol o cinamaldehído, entre otros. Algunas mezclas específicas de AE han demostrado resultados promisores para la reducción de la colonización y la proliferación de Clostridium perfringens y el control de las infecciones por coccidios, con lo cual ayudan a reducir la enteritis necrótica. Además, la combinación de AEs con ácido benzoico ha demostrado reducir la producción de mucina en el intestino delgado de pollos de engorde.
Para tener una producción ABF eficaz, es necesario observar las condiciones adecuadas en el ambiente de alojamiento de las aves. Se debe considerar lo siguiente: condiciones óptimas de temperatura, velocidad del aire y humedad relativa, acordes con la edad, fase de producción y tamaño de las aves. Cualquier ave que sufra estrés ambiental debido a las condiciones de calor, frío, aire demasiado seco o húmedo, puede sufrir impacto en los patrones de consumo de alimento y motilidad intestinal, con lo cual se reduce la digestibilidad. Los programas de iluminación del galpón también pueden afectar el comportamiento en el consumo de alimento, la motilidad intestinal y la digestión. La intensidad de la luz inferior a 10 lux y 4 a 6 horas de oscuridad total por día mejoran las tasas de conversión alimentaria, indicando consumo más lento del alimento y mejor digestibilidad. Una buena ventilación de los galpones es clave en los programas ABF, para minimizar la condensación, la humedad de la cama y el apelmazamiento. La meta es mantener la humedad de la cama por debajo del 30%, pero también es importante que la cama no esté demasiado seca.
Evitar la coccidiosis y la enteritis necrótica son, generalmente, las principales preocupaciones en la producción ABF. En los casos en que no se permita el uso de medicación anticoccidiana, las vacunas contra la coccidiosis y el manejo de la cama son las principales formas de control de Eimeria spp. La vacunación contra la coccidiosis para pollos de engorde se ha utilizado en los sistemas avícolas tradicionales, y también en los nuevos programas ABF, hace muchos años y en diversos países. Sin embargo, cuando se trabaja para mejorar los programas sanitarios en todo el ciclo de producción ABF, también es necesario el control de otros parásitos intestinales, nemátodos y otras enfermedades de las aves que puedan ejercer impacto sobre los intestinos y la inmunidad. La vacunación adecuada de las reproductoras, y también en la nacedora, puede ayudar a prevenir la enfermedad de Newcastle, la enfermedad infecciosa de la bolsa (Gumboro) y la bronquitis infecciosa.
Las reproductoras pueden recibir vacunas específicas contra Salmonella o E. coli, para minimizar el impacto de estos patógenos tan comunes en la progenie.
Las practicas diarias y funcionales de bioseguridad son necesarias para garantizar que los planteles de reproductoras y las granjas de crecimiento estén libres de Mycoplasma gallisepticum y Mycoplasma synoviae. Dichas prácticas incluyen:
La nutrición de las reproductoras de pollos de engorde es fundamental para el desarrollo adecuado de la progenie. El desarrollo del embrión depende completamente de los nutrientes del huevo depositados por la gallina. Nutrientes específicos, como la vitamina D, minerales traza, carotenoides, y ácidos grasos juegan un rol clave en la inmunidad y en el desarrollo intestinal. Las gallinas afectan la nutrición del embrión y su desarrollo a través de las propiedades de la cáscara del huevo, como, por ejemplo, la porosidad y el espesor de la cáscara, que determinan la conductancia. La conductancia de la cáscara del huevo dicta la capacidad de los huevos de intercambiar gases y vapor de agua, con lo cual se afecta la yema del embrión y el aprovechamiento de los nutrientes, en general.
Dichos factores físicos, especialmente la capacidad de obtener suficiente oxígeno, limitan el tipo de metabolismo, las tasas de desarrollo de los tejidos y el crecimiento embrionario. Todo ello cobra especial importancia durante los últimos tres o cuatro días de incubación previos a la eclosión, en la etapa de meseta de consumo de oxígeno, cuando el desarrollo de muchos tejidos, incluyendo el tracto gastrointestinal, los huesos y músculos, sucede de forma más acelerada. Dado que las reproductoras pueden transferir sus microorganismos intestinales y su inmunidad a la progenie, las empresas que utilicen programas ABF deben garantizar que la salud intestinal de las reproductoras es adecuada y que sus programas de vacunación son eficaces, para evitar problemas en la progenie.
Por ejemplo:
Estos efectos tienen consecuencias sobre la capacidad digestiva de los pollitos y, probablemente, sobre la incidencia de problemas intestinales y la resistencia a los parásitos.
La incubación subóptima, en general, tiende a aumentar la ventana de eclosión, con lo cual algunas aves tienen, o una eclosión demasiado temprana, entre 36 a 48 horas antes de salir de la nacedora, o demasiado tardía. Ambas condiciones causan problemas en el desarrollo del tejido linfoide asociado al intestino y en la inmunidad en general. Los pollitos sin acceso al agua o al alimento durante las 48 horas posteriores a la eclosión demostraron un atraso de todas las respuestas inmunitarias en el ciego y en el colon, y también, en la colonización de linfocitos en la bolsa. Esto causa una reducción en la actividad inmunitaria durante las dos primeras semanas de vida, momento en que se aplica gran parte de la primovacunación y las aves tienen su primer contacto con enteropatógenos en potencial.
Los programas ABF para la producción de carne de ave son cada vez más comunes. Para lograr el éxito en estos programas, es necesario prestarle especial atención a todo el sistema de producción. No se trata apenas de analizar el alimento balanceado, los aditivos alimentarios o controlar los patógenos entéricos, sino que también se debe observar el manejo del alojamiento, la calidad del agua y la bioseguridad de las reproductoras y de la fase de crecimiento. Inclusive las condiciones de incubación deben ser mejoradas para que el programa ABF tenga éxito.
Del punto de vista de la nutrición, es necesario contar con exactitud en la formulación del alimento balanceado y con alimentación en fases. También es importante el procesamiento del alimento balanceado, con molienda más gruesa o granos enteros, para estimular la función de la molleja y el peristaltismo. Al mismo tiempo, se deben implementar programas estrictos de garantía de calidad del alimento balanceado. El uso de enzimas exógenas tiene un rol clave para mejorar la digestibilidad y mitigar el impacto negativo de algunos componentes antinutricionales. Los aditivos alimentarios con características eubióticas son herramientas fundamentales para modular la microflora, siempre que cualquiera de los demás factores anteriormente mencionados cause proliferación bacteriana, mejorando así la productividad de los programas ABF.
05 September 2018
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